miércoles, 18 de junio de 2008

Camindo a casa

... Muchas veces quiero escapar, pues yo sé que aqui no es en donde debo estar...

Iba de camino a casa por las lúgubres calles que de niño me vieron jugar, cuando una escena surreal, tan típica en mi sociedad, me hizo pensar en esta ciudad, de las luces grises y dolores pastel. Indiferente ciudad en la que todos aparentan estar bien, llena de caretas de falsa alegría para mitigar el dolor. Atestada de hipócritas que pululan por las esquinas examinando, como animales de caza, una manera de con sus mentiras poder lastimar.

La hipocresía, se ha vuelto parte integra de esta sociedad, de esta triste y humillada jungla de cemento, la cual llamamos sociedad, que no es más que un escape a lo natural donde el humano ya no manda más. En cielo gris, y las rostros de dolor de aquellos abatidos por la desesperación , que cada día soportan la indiferencia a su dolor, niños en las calles mendigando un pedazo de pan, madres con sus hijos tragándose el orgullo y dignidad para salir a “limosnear” el mezquino sencillo que algunos a regañadientes les dan.

Es difícil pensar que ahora donde solo hay delincuentes y “reggeton” hubo en una época, grandes casas llenas lujos e innecesario conforte, que enriquecían las vistas nocturnas de grandiosidad y esplendor, que ahora solo soñamos y pedimos a dios. A veces siento no poder respirar más, pues el humo y polución nos están acabando rápido y sin mucho dolor. Es curioso como intentamos encerrar a la naturaleza en nuestra triste ciudad, sintiéndonos dueños de todos lo que esta nos da. No somos más que un animal lleno de prejuicios y aires de superioridad, y tratamos a esta tierra, la que nos vio nacer, como una perra que implora placer. A veces quisiera escapar a un lugar alejado de toda sociedad. Huir a un sitio apartado de toda maldad, donde nadie me pueda encontrar, vivir solo con mi soledad, en la naturaleza donde pueda recuperar las ganas de correr, saltar y sentirme vivo otra vez. Estar en paz conmigo mismo y así, como en el inicio, encontrar una verdadera armonía del humano y la madre tierra, quien lo vio nacer.

Camino un poco más, como queriendo poder escapar de la moda y la norma moral, las buenas costumbres y la formalidad, me siento como una animal salvaje al cual han logrado capturar, yo sé que este no es mi lugar, que aquí no es donde quiero estar, rodeado de caras bonitas, grandes apellidos, gente superficial y todo esto cobijado en la falsa verdad. No me siento identificado con la normalidad, no quiero ser normal y que la gente me ve a de manera superficial, quiero ser real, cambiar la sociedad, renovar nuestra mentalidad, un extremista que busca su ideal, pues, ya no quiero fingir más.

Al fin llegué casa, y me siento en paz, pues e llegado a mi refugio, mi único escape a la sociedad. Me tumbo en la cama mientras escucho la “Patética” de Beethoven, cierro los ojos para poder ver Zyszlo y Dalí mientras comparto crónicas con Márquez y pequeños versos con Chales Baudelaire. Así todos los días logro escapar a esta frialdad, que me produce esta sociedad colma de mal.

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