martes, 20 de enero de 2009

¿Rebelión universitaria o estupidez universitaria?

USMP

¿Rebelión universitaria o estupidez universitaria?

Durante la clase de Antropología Filosófica un alumno se rebela contra las injusticias de un profesor abusivo y caprichoso ocasionando su expulsión del aula y la de su fiel compañero, Johan, el justiciero.

Corría raudo abril y nosotros éramos jóvenes, imprudentes e impulsivos fieles al instinto escolar del que aun no nos habíamos logrado liberar y debes en cuando se apoderaba de nuestras acciones, o mejor dicho siempre se apoderaba de ellas. Los días pasaban despreocupados y alegres, esperando la campana de las cinco que marcaba la libertad para poder salir ya del cautiverio de la universidad.

Los días eran rutinarios, monótonos y aburridos, nunca sucedía nada interesante salvo, quizás una que otra broma de las más infantiles, de esas que te ríes y dices entender en realidad no por que te cause risa y realmente la entiendas si no para evitar que vuelva a ser contada. Todo en la universidad transcurría con normalidad plena, como de costumbre, hasta aquel viernes a la última hora, Antropología Filosófica.

Nunca nadie supo porqué, pero aquel viernes el profesor estaba particularmente irascible. El profesor era un tipo de corta estatura, barriga prominente y fácil sonrisa. Uno de mis compañeros, el gordo, también conocido como el camaleón, por que a penas terminaba una clase él cambiaba de sitio con agilidad felina con el único fin aparente de complicarles la existencia a los profesores que intentaban reconocerlo por su apellido, o complicarsela a el mismo.

La clase empezó como de costumbre, aburrida. El gordo ya se había movido a su nuevo sitio y hacía lo que todos solíamos hacer en esa clase en particular, fingir que oíamos cuando en realidad intentábamos dormir un poco, mientras tanto el profesor intentaba explicarnos sin mucho entusiasmo una de sus múltiples teorías de porque el ser católico era lo mejor. Todo iba bien hasta que Natalia que estaba sentada un par de sitios detrás del gordo le pidió que por favor le alcanzase una botella de Coca cola que había dejado olvidada en sitio que ahora, por desgracia para él y suerte para nosotros, estaba sentando.

El gordo acepto gustoso y con una sonrisa boba dibujada en los labios se estiro para alcanzarle la botella de plástico a Natalia. Pero su intento de cortejo fue frustrado por la voz marcial del profesor que arto de gastar su saliva en vano sabiendo que no era escuchado por los ahí presentes decido descargar su frustración con el gordo que estaba en el momento y lugar equivocado. El gordo sorprendido por las injurias pronunciadas por el profesor intento explicarle la situación sin el menor éxito. La discusión seguía cada vez más acalorada mientras nosotros reducidos a simples espectadores contemplábamos la escena perplejos y con el mayor interés, mucho más del que jamás le pusimos a alguna de las clases dictadas en el curso. Los gritos de los dos adversarios resonaban por todo el salón mientras nosotros hacíamos la vez de un jurado mudo, hasta que el profesor arto de la insolencia de aquel alumno que había osado levantarse ante su autoritarismo decidió echarlo del aula.

El gordo, se levanto humillado pero no dispuesto a dar el brazo a torcer pronuncio las celebres palabras: “Ud. No me bota yo me voy”, luego tomo sus cosas y salio del salón sintiéndose un ganador y jurando al profesor que esto no sé quedaría así, que lo acusaría con el coordinador, que haría que lo expulsen de la universidad y que volvería a besarle los pies pidiéndole perdón. El profesor no presto atención a las amenazas y siguió con la clase con el tedio de siempre y aun más malhumorado que al comienzo. De repente fue interrumpido nuevamente por un alumno que se levanto y dijo en tono desafiante: “¡profesor…” el profesor no espero un nuevo brote de rebeldía en el aula y decidió echarlo sin siquiera oír lo que él tenia que hacer, Johan, quien era el desdichado que abrió la boca en el peor momento, estimulado por el acto de rebeldía de su compañero decidió irse sin decir nada mirando desafiante al profesor.

Una vez cerrada la puerta todos comentábamos lo sucedido y una voz de protesta se oía levemente entre el murmullo. Toco el timbre y todos salimos presurosos a ver a nuestros compañeros, los héroes que se había levantado contra el sistema. Sin embargo ni bien salimos vimos al gordo, nuestro máximo caudillo, afuera de la puerta del salón hablando con el profesor y rogándole con voz baja y sumisa que disculpara su atrevimiento. Mientras johan nos explicaba que él solo se había levantando para pedir permiso al baño pero ante la orden del profesor decidió salir para no ser amonestado. En ese momento un coro de carcajadas inundo la universidad y las burlas y mofas sobre nuestros “héroes” no se hicieron esperar.

2 comentarios:

María-Alexandra Tello dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
María-Alexandra Tello dijo...

insensata es la vida que nos rebela mil cosas, agridulce la ke nos obstruye, y extremadamente empachosa la que nos deja en libertad....



yo decido empacharme con este dulce un tanto agrio junto a su insesatez...pero a donde es ke me lleva? y es q pretendo, tal vez, algun dia, poder iegar a conocerla.


te kiero sopenko